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21 marzo, 2025
Antropología, arqueología e historia: la experiencia de Gabriela Domene López en elMFM
23 abril, 2025Durante dos semanas de marzo de este año, el Museo del Fin del Mundo (MFM) recibió por
tercera vez la visita de Julieta Frere, Mg. en Arqueología Náutica y Subacuática y becaria del
CONICET quien requirió analizar material resguardado en la institución a fin de indagar
sobre “la expansión comercial británica en el territorio fueguino-patagónico entre 1850 y
1914 desde la perspectiva histórica marítima”, tema de su tesis doctoral.
Su formación comenzó en la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde estudió Ciencias
Antropológicas con orientación en Arqueología. Su interés en la arqueología marítima fue
inspirado por Guillermo Gutiérrez, de quien cuenta: “Él trabajaba con navegación a vapor en
la Patagonia y ¡A mí me fascinó! Desde siempre me gustaba mucho el mar, es un tema que
me interesaba mucho pero nunca había pensado que podía conjugar con las Ciencias
Sociales”.
Fue Gutiérrez quien puso en contacto a esta joven estudiante con Dolores Elkin, Directora del
Programa de Arqueología Subacuática del Instituto Nacional de Antropología y Pensamiento
Latinoamericano (INAPL), quien fue luego su directora de tesis de grado y quien dirige
actualmente su investigación doctoral. En medio de ambos estudios, Julieta pudo acceder a
través de una beca de la Fundación Carolina a la beca que le posibilitó realizar su maestría en
Cádiz (España). El financiamiento es un punto clave en el proceso de cualquier investigación,
en este sentido, explica: “Como becaría del doctorado del CONICET, recibo un estipendio
mensual, un salario. Lo que no hace CONICET es financiar las investigaciones. Hace un par
de años lo que me trajo aquí en 2021 fue un subsidio que conseguí de una organización
también sin fines de lucro que se llama Transferware Collectors Club, es un club de
coleccionistas de cerámica del tipo impresa por transferencia, está en Estados Unidos. […]
Eso fue lo que me permitió hacer el viaje a Ushuaia en 2021, años siguientes fui a Punta
Arenas, a Valdivia, pude acceder al archivo de Santiago de Chile, con eso pude financiar unos
años de investigación. Este viaje lo financié yo misma, porque estamos en un momento muy
complicado de la ciencia en el país en el que no abundan las oportunidades de financiación y
sin embargo los investigadores tenemos que seguir adelante”.
Sobre su especialidad, Frere explica: “La arqueología marítima se hace preguntas en general
sobre la relación entre el humano y los cuerpos de agua, no es solamente lo que está debajo
del agua que nos interesa sino que tratamos de tener una mirada más del paisaje marítimo,
eso incluye no solamente lo que está sumergido sino la costa o las instalaciones que tienen
que ver con la navegación o con el uso de las franjas costeras. Nosotros trabajamos con sitios
históricos periodo post-contacto por la llegada de los europeos pero también podemos
imaginar que la arqueología marítima se hace preguntas sobre la navegación tanto de lagos
como incluso del Canal de Beagle por poblaciones prehispánicas, entonces en esas preguntas
muy amplias no es solamente lo que está sumergido que nos interesa sino también faros e
instalaciones portuarias, lo que sea que nos hable un poco de esta relación tan presente a lo
largo de la historia que es el humano con el agua”.
Con todo, siempre analizando las rutas de circulación marítima y la presencia de loza
británica en Tierra del Fuego entre el siglo XIX y principios del XX, Julieta se dedicó a
analizar en el MFM fragmentos encontrados en el sitio de la Misión Anglicana y piezas
completas rescatadas en Playa Donata. En este sentido, afirma: “Aquí solamente en el Museo
hay infinidad de colecciones de sitios arqueológicos muy interesantes. Los que yo vengo a
estudiar y estuve estudiando durante los últimos años, en unas visitas que hicimos durante el
2018 y 2021, es el de la Misión Anglicana que fue excavada por Marcelo Weissel y su
equipo, también con personal del Museo como Lucas Sosa […] yo me estoy focalizando en la
loza, es un tipo de cerámica específico que durante el siglo XIX era un producto muy
empleado en todo el mundo pero que provenía de un lugar en particular que es Inglaterra, en
el centro de Inglaterra estaba el centro de producción de loza cerámica, que intentaban
competir con el mercado oriental de porcelana japonesa, pero ya en el siglo XIX estaban muy
establecidos”.
“Yo estoy interesada en estudiar esos fragmentos de loza un poco para entender cómo se
distribuían en el espacio, qué tipo de cerámica aparecía, qué tipo de decoración, si respondía
o no a las modas europeas, si la abundancia de esa loza responde a un uso intenso, en general
son pedazos muy, muy pequeñitos, entonces la reconstrucción de esa historia depende del
contexto arqueológico, poder interpretar qué construcciones funcionaban en ese momento, y
como la cultura material estaba insertada en ese contexto”, detalló la consultante.
Con respecto a las piezas halladas en Playa Donata dice: “Esas piezas son lo contrario, están
muy completas pero ya responde a otro tipo de sitio que es compatible con un cargamento
que fue abandonado, por una embarcación que posiblemente siguió viaje; no está
necesariamente asociado a restos de naufragios o de algún accidente naval de la época. Eso es
un poco la tarea que vengo aquí a hacer, que consiste en analizar estas piezas desde el punto
de vista morfológico, ver el tipo de pasta, el tipo de decoración, la forma”. Este sitio está
ubicado en el extremo suroriental de Península Mitre y el rescate de los objetos estuvo a
cargo de la Dirección Provincial de Museos y Patrimonio, de la cual dependía el MFM, en
conjunto con el equipo del Programa de Arqueología Subacuática dirigido por Dolores Elkin
y profesionales del Centro Austral de Investigaciones Científicas y Técnicas (CADIC) en el
año 2018. Allí se encontraron y luego procesaron y preservaron en el MFM varios centenares
de platos, tazas y palanganas, entre otros tipos de lozas.
Finalmente, Julieta se refirió al espacio de consulta: “En el Museo del Fin del Mundo me
siento bárbara, estoy muy muy agradecida, no puedo decir que estoy sorprendida porque la
verdad es que es la tercera vez que vengo y es tremendo; primero la disposición que tienen de
recibirme, en el momento en el que yo puedo venir me hacen un espacio, están dispuestos a
mover cajas conmigo para acceder al material y después la calidad humana, es fantástico que
te reciban con una sonrisa y un mate caliente todos los días. Me siento muy abrazada, además
uno viene de lejos, no estás acostumbrada quizás a tanto frío, entonces todo lo que el clima
no ofrece afuera lo ofrece el Museo que además también en sí mismo pasa momentos muy
difíciles. Yo lo sé y sin embargo pasan los años y eso no enturbia la calidad y calidez humana
de todos los que trabajan acá que siempre están con mucho empuje y eso lo admiro mucho, lo
digo honestamente”.


